La cultura maneja la memoria
de forma interesada y a su antojo,
al echar cuando quiere su cerrojo
eso sí, de manera aleatoria.
Pues quien pudiera merecer la gloria
queriendo reprimir cualquier antojo,
mejor que nunca quite de aquí el ojo
si no quiere acabar hecho una escoria.
Así será por qué viajé al infierno
a pagar sin remedio las facturas
de una sutil educación impuesta
por las burdas creencias de un gobierno,
según las cuales, eran mis locuras
la justificación a su respuesta.
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