Tal vez en el redil obedeciendo
muy cómodo me encuentro y tan a gusto,
pues una vez que yo supere el susto
así me voy del lastre despidiendo.
Porque voy con los golpes aprendiendo
del desastre ya apenas si me asusto,
porque sé que si muero del disgusto
al primer tropezón me iré corriendo.
Así de escarmentado voy sin tino
a veces sin ayuda que se precie
a no ser que se fije un alto costo,
ante el cual me lo gasto en un buen vino
aunque algún terapeuta me desprecie
si le fastidio hacer un gran agosto.
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