Reclamar nunca pude mis derechos
mientras me retuvieron bien callado,
hasta que mi cerebro destrozado
se deshizo de todos sus desechos.
Todavía me quedan los repechos
que a veces me sorprenden relajado,
haciéndome sentir un desgraciado
al no poder amortiguar los hechos.
Y me duele temer hoy pesadillas
todas de juerga en medio de la noche
mostrándome sus sádicos colmillos,
tanto que hasta me tiemblan las rodillas
de pensar que se cuele aquí un fantoche
que encima me machaque los tobillos.
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