SONETO.-
Siempre que de optimismo me emborracho
no cuento con que el diablo va conmigo,
y que tarde o temprano me fatigo
hasta caer seguro en el empacho.
Pues así lo recuerdo de muchacho,
cuando desnudo y sin mayor abrigo
nunca contaba con ningún amigo
con el cual compartir arado o sacho.
Será que al presumir de prepotencia
el cerebro se atasca y se rebosa
acabando al final en la estacada,
tal vez por abusar de la inocencia
y actuar de forma cruel y desastrosa
creyendo ser el rey de la manada.-
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