Soneto Bufo.-
Fue un malandrín quien me sacó los ojos
cuando siendo guardián de la marquesa,
pegaba puñetazos en la mesa
mandando a los infiernos mis antojos.
Quizás porque al tener los nervios flojos
con envidia miraba ya a su presa,
sabiendo que un bribón nunca confiesa
como se monda de la piel los piojos.
Y es que hoy en día fiarte nunca puedes
de quien sumiso guarda tus tesoros
sin disfrutar de la mejor tajada,
porque tarde o temprano le concedes
que te llegue a cantar como los loros
temiendo no te de je en la estacada.-
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