Pues cuando los extremos ya se tocan
pocos remedios creo a mano existen,
porque los daños sin razón persisten
y así los contendientes se provocan.
Quizás no en vano, al borde se colocan
y a ocultar sus ataques se resisten,
a no ser que al momento se despisten
y vayan contra quienes les sofocan.
Será que en vida ocurre con frecuencia
sin motivo llevarse la contraria,
como si el coincidir fuera un pecado
que a la postre dañase la conciencia,
herida de manera estrafalaria
por tratar de eludir un altercado.
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