SONETO.-
Siguiendo sus instintos animales
el hombre muchas veces se complica,
y sin piedad la fuerza bruta aplica
para acallar al resto de mortales.
Los resultados suelen ser fatales
y la experiencia así lo certifica,
que si la rabia sin pudor le pica,
quién sabe si le agobian los rivales.
Quién sabe si un estómago de acero
atrincherado tiene en sus entrañas
lanzando bombas y también misiles,
donde le puedan prometer dinero
negro, y justificar sus malas mañas
delante de sus cómplices civiles.
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