Al sol adoro, pues me da calor
y seguro me deja bronceado
si no también, bastante relajado
al cambiarme las pieles de color.
Y no creo que sienta ni pudor
por tirarme en la costa mareado,
o mejor, por la arena deseado
rogando al cielo venga ya mi amor.
Igual no nieve mucho este invierno
y deseche del todo mis manías
al gozar de la eterna primavera,
pues cambiar no presumo de gobierno
si por garantizar las calorías
la fortuna en cualquier lugar me espera.-
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