Si a pensar yo tuviera más derecho
que Dios podría ser bastante justo,
y a los ricos también les diera un susto
por tratar a los pobres con despecho.
Pues sin lugar a dudas doy por hecho
que el millonario sea más robusto,
pero bastante más resulta injusto
que al desgraciado pisen sobre el pecho.
Quizás para que exista un poderoso
se necesitan muchos miserables,
que pasándolo mal y bien canutas
de corazón recelan del tramposo,
que si acaso lo fueran respetables
no habrán de merecer pasarlo putas.
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