SONETO.-
Con los ojos de un niño sano y viejo
sentía yo los golpes de la vida,
con toda la impotencia contenida
y grabada en la piel de mi pellejo.
Quizás por eso siempre yo me quejo
de forma persistente y tan sabida,
que la paciencia mi razón liquida
a la vez que ningún trajín festejo.
Que todo lo aprendido ahí se queda
como si fuera marca de la casa
grabado a fuego lento año tras año,
de forma que olvidar nunca se pueda
porque la vida tan veloz se pasa
que para más conflictos no está el paño.-
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