DE SU SINCERIDAD SEÑOR YA DUDO
De tu sinceridad Señor ya dudo
que el cuerpo luzco lleno de marrones,
aunque más bien parecen moratones
las manchas en mi piel a las que aludo.
Decirle quiero a usted que por sesudo
despedazados llevo los talones,
de cargarle, señor, por callejones
por los que a socorrerle presto acudo.
Así que se acabaron las venturas
por las áridas tierras de Castilla
a los lomos de un burro y un caballo,
que aguantar ya aguanté mucho a los curas
y dolerme me duele una costilla
del golpe que me dio durmiendo un payo.-
|