La industria de las armas recupera
su más boyante estado de venganza,
sabiendo que su meta es la matanza
poco importa que el pueblo no las quiera.
Mientras el gran poder hoy lo prefiera
bien a raya mantienen su balanza,
creyendo que conservan la confianza
de quien de corazón los eligiera.
Así luce el sistema democrático
ante quienes manejan sus resortes
al tiempo que incrementan sus haberes,
pues aunque el mundo siga tan errático
los ricos aseguran sus cohortes
como si culminaran sus deberes.
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