Soneto.-
Amor, que fuiste de mis vanos sueños,
si tan pronto te vi por mi consciente
asomar tu semblante de repente,
nunca más regresaron mis ensueños.
No sé cómo se aliaron hogareños
pese a las esperanzas de mi mente,
que mi alma trajinaba entre la gente
incapaz de buscarse ricos dueños.
Así hasta que mi pobre corazón
ciego se estremeció por un instante
y no pudiendo al fin salir a flote,
sin poder resistir tanta emoción,
determinó que sólo era importante
vivir a su manera y darse el bote.
|