La impunidad de muchos baladrones
se rige por secretos del Estado,
que tejiendo los vicios del pecado
por delante se lleva las razones.
Véanse sin pudor las comisiones
que al desnudo las leyes han dejado,
de forma que el rufián beneficiado
sin riesgo apuesta al as de corazones.
Claro se puede ver que nada teme
quien se disfraza de aprendiz de brujo
porque sin miedo todo juicio encara,
que si luego le cambian el esquema
a duras penas gozará del lujo
por el que tanto se jugó la cara.
|