Y cuántas veces no avisté tu puerta
disimulando torpe mi pasión,
que hoy llamo tembloroso al corazón
y siento mi alegría casi muerta.
Y así estuve despierto siempre alerta
creyendo dar el último empujón,
por si al ir de sincero y regalón
campara mi razón menos desierta.
Pues de todos los rápidos bandazos
que da este bello y caprichoso mundo
vería los que dando menos miedo,
evitar me pudieran los codazos
que por encima de un fugaz segundo
a vivir me llevaran por el ruedo.
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