Soneto.-
Mientras no aprenda a distinguir tranquilo
cuánto calor desprende tu mirada,
pudiera ser que no me digas nada
y encima yo mantenga mi sigilo.
Igual de tanto susto despabilo
y sin premio regrese a mi morada,
al dar cualquier respuesta por callada
mientras desde mi torre te vigilo.
No voy a parecer muy optimista
si en tu pecho no habita la cordura
que logre equilibrar la convivencia,
pues de lejos te sigo ya la pista
de forma escéptica, remisa y pura
siguiendo siempre el guión de mi experiencia.
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