Soneto.-
¿A quién le encanta hartarse de promesas
mientras tanto le cubren de penurias,
si aunque exponga sus dones sin lujurias
sus ganancias resultan siempre tiesas?
Puede que no prosperen sus empresas
viendo como le sobran las injurias,
que igual se ven sin suerte por centurias
y muy poco le dicen las sorpresas.
La globalización lo arrasa todo
y nadie hay que proponga algún remedio
devolviendo al planeta su sentido,
al permitirnos escapar del lodo,
y por qué no también de su burdo tedio
que a caer nos condena en el olvido.-
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