Soneto.-
Si acaso me visita la fortuna
travestida de turbio contrabando,
no quiero que me encuentre galopando
a través del desierto de la hambruna.
¿Pues qué diría aquel que desayuna
siempre que pueda continuar callando,
mientras logre dormir en catre blando
si la suerte le vino ya de cuna.?
Hoy me veo con ojos de pantera
mostrando una sonrisa muy forzada
por mantener incólumes mis huesos,
que optimista levanto mi bandera
dando así mi respuesta por callada
atado entre un manojo de sabuesos.
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