Soneto.-
El precio del pecado se demuestra
casi siempre de forma inapelable,
pues viendo el beneficio acumulable
nadie daría a retorcer su diestra.
Útil será salir a la palestra
para aquel que se sienta vulnerable,
resultando seguro muy probable
que su arraigado credo le secuestra.
Tan débil se presenta siempre el miedo
que sin sangre en las venas hoy quedamos,
e incluso la razón agarrotada
no moverá tal vez siquiera un dedo,
por más que a los infiernos nos vayamos
con la respiración entrecortada.
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