Soneto.-
Y me asechabas rosa del destino
dibujando en mi cara una sonrisa,
cuando ya sin ninguna cortapisa
con el dedo me muestras el camino.
No persigas que pierda pronto el tino
mostrando de repente tu divisa,
pues si consciente actúas de esta guisa
lograrás que me importes un comino.
Que nuestro brillo sea sólo el alma
donde se nos refleje la vivencia,
y no cualquier superficial demencia
que sin remedio borrará la calma.
Deja que el tiempo siga su corriente
sin inclinar deprisa la pendiente.
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