Misteriosa penumbra ronda el suelo,
repite nombres cual alma perdida en la laguna
de estrellas que se esconden del miedo de morir,
sin embargo está el efímero sonido de un piano antiguo
que deja escuchar su melodía entre los páramos de mentes
quietas por el encanto de las voces
que renacen en la utopía que resulto el vivir.
Conjunto de ideas rotas que naufragan
en los llanos desérticos del olvido,
pidiendo no ser rezagados por un silbido feroz
que carcome el alma, pequeña risa que se deja escuchar
cual canto de aves ciegas en torno al mar,
anhelando el sentir del roce de un milímetro de paz,
casi cayendo en un abismo que regresa a la realidad.
Religiosa rutina de hacer de la nada un todo,
volver a analizar la esperanza y demostrar
que en una nirvana de hechos se encarna,
la virtud de vivido, que a un paso está el límite
entre desaparecer y caer en el abismo de la desesperación,
de los silencios eternos y de los rostros que persiguen la fe
de seguir creyendo en un motivo.
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