Eternos los océanos
de agua sal y viento
avistan horizontes
de hierro y ataúdes
Por ellos se deslizan
los destinos diversos
cruzando en multitudes
la carga blanca y negra
que sujetan los hombres
aquellos que en silencio
se la juegan a diario
algunos matan vanos
y otros distribuyen
con orden y concierto
al mando de un cruzado
que vela por la luz
y evita la muerte
Esos hombres humanos
que no dioses silentes
manipulan la carga
con esmero y sin duelo
Navegantes de tierra
a la orilla del puerto
de los puertos del mundo
de los mundos del puerto
y ahí casi me quedo
con mi nostalgia a cuestas
contemplando la historia
construida con fe
con lágrimas ciegas
con certezas y dudas
con las luchas constantes
y cien logros huidos
por los recuerdos rotos
de una paloma blanca
que murió en el asfalto
consagrando su vida.
Corazones de hierro
continúan a diario
inventando los mares
con inédita fuerza
transportando destinos
y aquí me quedo
soñando una vez más
con mi puerto querido

Fernando Pérez.