La miseria en la ciudad
no se puede ya ocultar
la encontramos en esquinas,
en los indigentes que día a día
vagan cual fantasmas,
y engrosan las filas.
De los que se cubren
con cartones, con harapos
y que duermen bajo puentes,
o en alcantarillas pestilentes...
Seres que sobreviven, desnutridos,
curtidos en el inframundo,
en enfermedades que merman su salud,
seres que alargan sus manos como dardos...
Es el otro México
el de la indigencia,
la corrupción y el engaño,
cinturones de miseria
se multiplican en la periferia,
casas de lámina y de cartón
que se apilan como espinas
en laderas, en barrancas
y que salen disparadas cual saetas,
arrasadas por ventiscas
o por múltiples tormentas.
Oh Divino Creador,
¿acaso llegará el día
en que se erradique la Misería,
en que terminen las corruptelas,
y la indiferencia?
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