SONETO.-
El ego solicita su decoro
cuando mete a propósito la pata,
cuando su piel a las cadenas ata
y ve que por detrás le pilla el toro.
Quizás pretenda parecer un loro
que con su propia estupidez se mata,
porque la ley de la razón no acata
ni que a beber le den el té del moro.
Y de sobra lo saben los artistas,
bailarines , pintores y poetas,
cuando colgados se su nube viven
como si fueran sabios alquimistas
que por sobrepasar todas las metas
algún fortuito revolcón reciben.-
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