Mientras mires con tus ojos
más allá de tus narices,
cuídate de aquellos cojos
que parecen tan felices.
Mientras mires con tus ojos
cuanto se cruza de frente,
cuida bien de los despojos
que se quedan en la mente.
Pues si no te dejan ver
más allá de tus narices,
fácil será de temer
que se escapen los deslices.
Y aunque andes por los rastrojos
escalando una pared,
cuídate de aquellos cojos
que nunca sacian su sed.
E incluso bueno sería,
dudar de los aprendices
no exentos de simpatía,
que parecen tan felices.
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