Noche y sueño tenía el balcón de oriente
cual promesa bienhechora
en la blanca pureza de tus manos
y luego tus mejillas encendidas
cual rosas venturosas
cubrieron las fronteras del ambiente
de luz omnipotente.
Y en esa vastedad tan fugitiva
pinté el horizonte
de tus pasos furtivos y sin sombras,
caminaste altiva y sin premura
como profunda dueña…
sin congojas, feliz y muy festiva
en mi noche de ensueño y de locura.
No quise despertar del dulce sueño
ni levantar los ojos
ni acongojar el alma
con mis tiempos sembrados de alegría,
y fue la noche azul
la forma transparente del señuelo
de tu voz tan transparente.
Y en ese dormitar de sueño y noche,
de tristezas ya perdidas
y de velas encendidas con derroche,
de besos delatores en tu mano
y castos pensamientos
se callaron tus labios tan dormidos
y aromaste las horas mortecinas.
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