SONETO.-
Ni el cielo ni la tierra nos merece,
porque a saber, si le debemos algo;
yo al menos del reproche no me salgo
sin dejar de tener razón, parece.
Que la duda jamás desaparece,
aún sabiendo que mudo nada valgo,
aunque a veces escape como un galgo
si la ocasión de algún nivel carece.
Que duro resultó mi aprendizaje.
y justo lo contrario, yo pensaba,
siguiendo las pesquisas del instinto,
el cual poniendo todo su coraje
con la sangre en los ojos renegaba
oír aunque le dieran con el cinto.-
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