Soneto.-***
La soledad del alma se disfruta
en silencio, señores cardenales,
que hermosas son sus catedrales
si al peregrino alegran hoy la ruta.
Algún creyente habrá que ni se inmuta
ni siquiera evaluando así sus males,
por reconsiderarlos naturales
en cualquier simulacro de permuta.
Cuando la devoción se lleva dentro
al clero más glotón no le interesa
si ve que las limosnas disminuyen,
tanto que devalúa todo encuentro
poniendo sus creencias en la mesa
para ver si a los fieles les influyen.
|