Soneto.-
Por tocar las narices que no quede
cuando razón no tiene la derecha,
si hasta sus propios cánones acecha
al ver que con sus órdagos no puede.
Ojalá con su praxis no se enrede,
y en un descuido pueda arder la mecha
en mitad de una calle muy estrecha,
donde ni el más pintado nunca cede.
Que no se nos hable más de crisis, tío,
porque estamos amigo ante una estafa,
controlada a conciencia por los capos
de cuyos argumentos yo me río,
aunque me dejen hecho una piltrafa
y vestido a saber, con cuatro harapos.
|