En el verde ennegrecido que recubre mi cuerpo,
palidece mi piel hasta el gris mas austero sin tu luz,
el silencioso musgo devora mis entrañas,
y negar no puedo que he olvidado tus ojos,
tu risa se mezcla en mis recuerdos con el viento de tormenta,
y la calma,
solo aparece en mi viejos libros de historia,
escondidos yacen tras esas nubes,
tan lejanas y veloces que no logro alcanzar,
me inclino,
buscando tu misericordia o el rastro de mis lágrimas tras tu partida.
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