Soneto.-
Menuda prima, Dios, del extranjero
nos han metido bien por las narices,
dejando por doquier sus cicatrices
tan lista al traficar con el dinero.
Al pobre se le pide sea austero
cuando comer no come ni perdices,
mientras los ricos asan codornices
astutos a la sombra del banquero.
Menuda jeta tienen los fulanos,
ministros, empresarios y otras gentes
a las que acuso yo de estafadores,
de ladinos ladrones y tiranos
por qué no, a todas luces delincuentes
que ni elegidos, fueran los peores.
|