Soneto.***
Si la llama que alumbra los infiernos
quemara por igual a los poetas,
a quienes bien atados de sus tretas
no paran de servir a los gobiernos,
ya se verían fácil más fraternos,
al guardar en sus tripas las recetas
que les dirijan a lograr sus metas,
sin tener que romperse aquí los cuernos.
Pues quien la ley maneja hoy a su antojo,
un gran tesoro tiene ya en sus manos
con el que aprovecharse de la gente,
tanto que al ver su piel de color rojo
odiará sin pudor a los tiranos
aunque sonar nos suene deprimente.
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