Al abrigo te veo
rindiéndote sumisa en otros brazos,
ojalá no recibas más codazos
detalle que resulta horroroso y muy feo.
Porque no significa claro ningún trofeo
que te traten ahora a latigazos,
después de que conmigo los abrazos
eran de mangoneo.
Mi sentimiento naufragar no puede
mostrando sin dolor su tremenda amargura
cuando andar recto cuesta hacia delante,
aunque a menudo dicen que la grandeza cede
dejando su lugar a la locura
por no dar hoy en público su más absurdo cante.
|