La fuente misteriosa de un recuerdo
la lleva el poeta en el alma
o como mancha en el cuerpo
prendida a los labios
y bien diseñada.

Y la siente, como espina en la espalda
o como claro sendero,
del sueño del alba o de una queja lejana,
con sabor a nostalgia y a pena temprana.

Pensar, con la frente muy triste y dormida
ya no es hidalguía,
son cuentos de infancia,
son gritos sin freno,
el llanto de un niño,
la fe necesaria
y un claro camino cubierto de polvo
y todas las causas que siembra la vida.

Regar las veredas de pasos inciertos
¿con agua o con sangre?
Sin quejas mordaces ni amargas
rasgando cortezas tal vez infinitas,
mordiendo mazorcas del campo proscrito…
y siempre sembrando semilla supremas,
y al tiempo sangrante curarle la herida.

La fuente del odio las despeja el olvido
y el eco del polvo la furia del viento.
El canto del tiempo como ave palpita
y lleva las prisas sin miedo ni cuitas.

Que diga el poeta si busca la savia,
del drama insondable,
que busque el poeta
los nuevos atajos que tiene la tierra.
que suba el poeta
a las cumbres nevadas
y tenga el poeta
letargos de olvido.

Julio Serrano Castillejos