Sí, quiero rondar por el valle angosto
del Sabinal eterno
y a la tarde robarle sus espigas
del camino sentencioso
y formar con ellas
bellas cestas y mil cosas.
En la noche, si yo pudiera,
bajar dos mil estrellas
y la luna caprichosa,
un sputnik, una rosa
y los trinos de la noche hermosa.
Acabar de mil maneras
con los vicios, los derroches
y por Dios ¿quién lo creyera?
fustigar a los mercenarios.
En incomparable velada
motivar a los honestos
y en un caudal de emociones
despedir a los corruptos
con diatribas y con gestos.
Surcar como El Quijote
y montado en Rocinante
del cielo llevarme el horizonte
concentrado en el pozo de mis ojos
y ser del mundo
infalible y victorioso polizonte.
Surtir el sol de los profetas
la luz nupcial de corazones,
miradas tiernas a las penas
y a las novias pobres, diez mil violetas
y a los niños sin camisas
un canasto de comida
y de Dios diez mil sonrisas.
|