Soneto.-
En los embates ciegos del amor
justa correspondencia se requiere,
y si no que se aguante y nunca espere
quien de un halago busca sin pudor.
Al altar me llevaron sin calor,
quizás porque mi origen berebere
entonó sin malicia un miserere,
ocultando su tono seductor.
Quién diría que Adán marchó con Eva
sin que nadie firmase un buen contrato
a disfrutar las mieles del placer,
pues ojalá me caiga a mí esa breva,
recibir de mayor un tierno trato
que me deje sus pieles relamer.
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