Habituado a batirse en la batalla
no renuncia a la calma mi persona,
en un mundo en que nada se perdona
pero utiliza al pueblo de pantalla.
Porque bien sabe quien otorga, acalla,
que la conformidad se envalentona
y por ceder se mete hasta en chirona,
entretanto la lengua sola estalla.
Así el hombre persigue su locura
privando de sentido la justicia
al defender la vida con la muerte,
pues colma su cabeza de amargura
para que se maneje con pericia
y la lujuria corra de su suerte.
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