Soneto.-
Mucho se añoran las ausencias, digo
cuando dejan heridas de placer.
Cómo no, son las cosas del querer
las que me hacen buscar tu fiel abrigo.
Quizás no sea mi mejor testigo
para ocultar amores del ayer,
si tanto enriquecieron nuestro haber
siendo como eras cómplice conmigo.
Pero amor mío, vuelve cuando quieras,
si calmando el anhelo de mis labios,
con ese aroma de jazmín y miel
logras que mis mejores primaveras
puedan ser evocadas sin agravios,
como manjar de dioses sin dosel.
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