TRINCÁNDOME MI PADRE DEL COGOTE
Trincándome mi padre del cogote
a besar me obligaba de rodillas
el suelo, mientras tanto mis canillas
esquivar esquivaban el azote.
Pues si el cinto me daba de rebote
a caldo me ponían las mejillas,
cuando lejos de hacerme a mí cosquillas
a dios rezaba por salir al trote.
Dime tú si hoy es siempre todavía
cuando el trasero aún de miedo sueña
que le persigue el diablo con la fusta,
tú dime si hice mal, que no debía
que si daño le hice yo a la peña
hoy de pensarlo de mayor me asusta.-
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