SONETO.-
El rezo del rosario, el Padre Nuestro
lo dejó mi cerebro en el olvido,
y que ahí por favor se quede, pido,
que mirada no luzco de cabestro.
Pues como bien contaba aquel maestro
nadie me santiguó recién nacido,
y como galgo yo salí del nido
no pagaré a la iglesia mi secuestro.
Me sobran las razones del por qué
seguir no sigo religión alguna
que pretenda amargarme más la vida,
porque a mis años ya de sobra sé
que quien con prohibiciones desayuna
más tarde o más temprano se suicida.-
|