Si, quiero devolverle a mi terruño
la miel primera
los tiempos candorosos de añoranzas
y dar así mi esencia delirante
y fe cimera
y mis penas lloradas sin consuelo.
Quiero volar al infinito, como errante
inoportuno,
indeciso, sin brisas, con banderas
y ser remanso en primaveras,
melancólico
o incansable y ansioso, caminante.
Y ser guardián de nuevas maravillas
muy transparente,
sacerdote de brisas y premuras
en noches, en el cielo, en las villas
y luego así
la tristeza rondar, sin amarguras.
Llorar con ojos negros, deslumbrados,
las ciegas nublazones de las brisas
para luego adornar con tus sonrisas
mi espíritu y el cielo de colores.
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