Soneto.-
Gustaba de las grutas bajo el mar
cuando mis pies eran aún potentes,
y las fuerzas de joven aparentes
yo quería prender al calamar.
Y encima terminé yendo al altar
temiendo ver mis músculos ausentes,
al tener que aguantar sus accidentes
sin haberlos podido constrastar.
Así actúan las leyes de la vida
las veces que el terreno no está listo,
unas dando por otras recogiendo,
hasta que el centinela que nos cuida
ya por arte de magia se da el pisto
y a la tumba nos vamos carcomiendo.
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