Yo pude caminar en la espesura
del drama transparente de la vida
que suele transitar en los caminos
sin formas sin compás ni cuadratura.
Y en ese caminar, por siempre ardiente,
yo tuve al sol ante mis ojos,
a muchas rocas y baldosas
de formas complicadas y hechiceras.
Yo pude tropezar con muchas cosas,
con risas, con tristezas y maldades,
con caricias, emociones, tempestades
y también con la lluvia de las rosas.
Cuando pude llevar entre mis manos
los libros victoriosos de mi escuela
con ellos ilustré a mis hermanos
a veces con quinqué, o bien con vela.
La suerte de vivir con estrecheces
y de pronto en tristes soledades,
nos enseña de pronto y muchas veces
a fulminar también inequidades.
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