Sí, cuanta ansiedad tienen mis palabras
mal llegadas
como las olas… furiosas a la playa,
y en esa arribazón sin atalayas,
romper las fauces de canallas
encargados de engatusar al pueblo
y el bronco transitar de sin razones
de lesionar mujeres
y así arribar con justa impiedad a mil rincones,
del recio trepidar de los arcanos
y luego ensuciar con terquedad… los corazones.
Y pronto escribir en altos cielos
las notas más divinas
de cuestiones rumorosas
para cambiar los sinos del destino…
y dar a cada quien lo suyo.
Momento tan capcioso, son arpegios
de arpas cadenciosas y enfundadas…
las de la justicia alada
en el néctar que baja de los cielos…
las hadas que visten a las novias
de luces hermosas y perfumadas en cantos
que endulzan las horas de nítidos desvelos.
Sí, cuanta nueva ansiedad tienen hoy rotas
las vandálicas horas,
de los que engañan a los pueblos por momentos
en los tiempos de injustas desmemorias
y en la dulce gota de los años idos
de las tristezas ya remotas
y de las copas bebidas sin historia.
Hoy escucho los ruidos del pasado
y puedo devolver así a las norias
las aguas de todo lo llorado
en años que fueran de templanza
de mi país amado.
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