No puedo escribir si no decoro
mis palabras de hoy
nacidas al compás de mis pasiones
en este mundo urgido de vehemencias
en pos de luchas insistentes
que expandan de nuevo mi bandera
y abrace la justicia y la sapiencia.
Tampoco puedo comprender
el sol ardiente y tan hermoso
de las tardes desgranadas del rocío
en que viven las mujeres y los niños
en las huertas del dolor sombrío
con el frío del invierno crudo
sin un pan ni el calor de un amigo.
¿Escribiré el drama de mi Patria,
que calla y duerme
con las manos de sus hijos
enjutas de emociones
o serán tal vez mis sensaciones
el claustro de mi fe sagrada?
Bebí el jugo dulce de las rosas
de una Patria segura y hoy sangrada
en el campo donde vuelan mariposas
y en las escuelas de virtudes ciertas,
en los jardines de fuentes rumorosas
y en el taller abierto, en la explanada
de los rincones calmos de mi vida
y hoy cuando camino… tal vez incierto
entre las brumas que siempre me acompañan
se me oscurece el cielo y la montaña
y de pronto… la injusticia se derrama.
¿Escribiré a estudiantes quemados
en la hoguera de una justicia tal vez como quimera,
o tal vez a soldados que descargan los fusiles
a nombre de una penumbra sin bandera?
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