SONETO.-
Un Dios tirano machacó mi infancia
cuando hasta respirar era pecado,
porque vivir vivía acojonado
hundido por la atroz intolerancia.
Y aunque sé que según la circunstancia
la Iglesia me tenía maniatado,
yo en libertad corría por el prado
bastante ajeno al no tener constancia.
Hoy miro con horror las consecuencias
que al humano limitan su futuro
al llenarle la mente de prejuicios,
con cantidad de absurdas inclemencias
que atravesar pidieran hoy un muro
tras los cuales se esconden tantos vicios.-
|