SONETO.-
Puede ser que siguiendo a los instintos
parezcamos personas resignadas,
obedientes, quizás civilizadas
como suaves y buenos vinos tintos.
Pero pendejos háylos variopintos
cuyas neuronas duermen ya quemadas,
al tener que pudrirse tan calladas
perdidas entre tantos laberintos.
Será que los instintos comprometen
y mucho el interés de los humanos
por no mostrar en público sus males,
porque al desconocer donde se meten
todo placer resultaría en vano
y los golpes anímicos fatales.
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