SONETO CAUTIVO.-
Un aliento asesino
me corroe a menudo la cabeza,
manejando con suma sutileza
los insignificantes resortes del destino.
Y doy gracias que a veces yo con lupa adivino
los golpes de timón con entereza,
disimulando siempre la tristeza
que me dejan sin tino.
Si es que cuando los nervios se desmadran
poniendo mi cordura por fin en evidencia
a pensar me conducen lo contrario,
porque tanto las cosas a veces se descuadran
que a menudo lastiman la conciencia
convirtiendo la vida en un sutil calvario.
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