SONETO.-
Sirve la religión, a fin de cuentas,
para que la sutil realidad
oculte las trifulcas más violentas,
que en el entorno ocurran de verdad.
Yo la paz pediré por caridad
para el tiempo de vida que me quede,
temiendo que en cualquier calamidad
entre cientos de bombas se me enrede.
Y es que según parece, ni Dios puede
aplacar el rencor de los mortales,
porque gloria quizás se les concede
si a la iglesia le aportan capitales.
Así somos de simples los humanos
al dejar que nos maten los tiranos.-
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