SONETO.-
Ojalá que el orgullo no nos mate
sin que la tripa toda nos reviente,
porque una víbora les eche el diente
confundiendo la piel con el tomate.
Así será que el corazón no late
cuando con pensamientos de serpiente
a diario se levanta el presidente
viéndose solo fuera de combate.
Porque siendo un muñeco al sol de paja
sentir no siente, a lo mejor los palos
que le propinen socios y colegas,
cuando el que más como el que menos raja
si recibir no logra sus regalos
que ayer le prometieron en las Vegas.-
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